sábado, 30 de agosto de 2008

Historias prestadas


Hace días que no tengo ninguna historia digna de pasar al blog.

Salvo Omar que sigue parándose en el medio del patio, con su gorro abrigado, y poniéndose a cantar solo, concentradísimo, orientando su vista al cielo.

Nada nuevo. Incluso intenté entender qué es lo que cantaba Omar, varias veces, pero sin éxito. Me parecía que era algo así como O sole mio... pero no, no era. Y no quise desvirtuar la realidad.


Sin embargo, me reuní con algunas colegas que se dedican a estudios audiológicos y me contaron algunas historias que enseguida pedí prestadas para publicar:


Una de ellas hizo pasar al paciente dentro de la cabina sonoamortiguada, le dió las instrucciones para comenzar a hacerle una audiometría y, antes de ponerle los auriculares le pidió:

- Por favor, podría sacarse los lentes?

Justo en el momento de acomodar la vincha con los auriculares en la cabeza del paciente lo vió cómo, rápidamente, se sacaba los dientes.


Otra contó que cuando trabajaba en un hospital y se dedicaba a hacer potenciales evocados que es una especie de electroencefalograma pero para medir la audición a nivel central, le pidió al paciente que se recostara en la camilla y se pusiera cómodo.

Enseguida se puso a preparar el equipo con todos los electrodos. Salió del consultorio para buscar algo que le faltaba y cuando volvió lo encontró, acostado en la camilla, casi desnundo, salvo los calzoncillos que se ve, no se había animado a sacar.

viernes, 15 de agosto de 2008

Mensaje en el contestador

Terminó el horario de atención. Se fueron todas, pusieron los teléfonos en contestador y me quedé terminando de trabajar con unos papeles.
De pronto oí que una señora dejaba este mensaje en el contestador, muy fuerte, sonaba por todo el consultorio:

- HOLA SEÑORITA. HACE UN RATO LA LLAME Y ME DIJO QUE LE PIDIERA UN TURNO... BUENO... SOY LA SEÑORA MIRTA ROBA... ROBA... ROBA ME LLAMO...

BUENO... LE DECIA QUE UD ME DIJO QUE LLAMARA PARA PEDIR UN TURNO, ASI QUE VOY A IR EL MARTES A LAS TRES Y MEDIA PARA QUE ME ATIENDAN, ESPERO QUE TOME NOTA. TOME NOTA:

ROBA ME LLAMO . VOY EL MARTES A LAS TRES Y MEDIA

jueves, 7 de agosto de 2008

Ernestina


Tiene 91 años. La atiendo hace 10 o más. Le tengo un especial afecto porque me hace acordar mucho físicamente a Mami.

Ernestina es muy paqueta, tiene un montón de hijos. Muchos pesares y alegrías en su haber.

Siempre vino sola pero hace un tiempo una de sus hijas la acompaña.

Es una mujer fuerte y aparenta estar alejada de las superficialidades de la vida.

Sin embargo hoy, mientras le estaba entregando su nuevo par de audífonos, me interrumpió para decirme:

- ESA SEÑORA QUE ESTA ESPERANDO EN LA SALA DE ESPERA... CUÁNTOS AÑOS TIENE?

- No sé Ernestina, no la ví. No sé quién es. Por qué?

- NO SE, LA VEO TAN MAYOR... QUIERO SABER SI ES MAYOR QUE YO.

Seguimos con la adaptación de los nuevos audífonos.

Al rato, volvió al tema:

- A MI... LO QUE ME GUSTARÍA SABER... ES SI ESA MUJER QUE ESTÁ EN LA SALA DE ESPERA ES MAS VIEJA QUE YO...

- No se preocupe, Ernestina. Le prometo que después de que la atienda y sepa la edad, la llamo para decírselo, le dije riéndome.

Así y todo, al rato volvió a insistir:

- PORQUE YO LA VEO MUCHO MÁS VIEJA... ME GUSTARÍA SABER CUÁNTOS AÑOS TIENE...

Volví a asegurarle que la llamaría.

Cuando salí para buscar la ficha de la nueva paciente, al mismo tiempo que Ernestina salía, ví rápidamente la edad en la ficha: 93.

Antes de que entrara la nueva, alcancé a mostrarle la ficha a Ernestina. La miró, sonrió y dijo:

- ME LO SUPONÍA: ES MAS VIEJA QUE YO!

Cosas de Omar

De Omar hablé en mi otro blog. No voy a presentarlo ahora.
Lo incluyo en este porque forma parte del entorno de mis orejas perezosas.

Ya no se qué hacer para que no hable a los gritos por el patio que es la planta baja del edificio de mi consultorio. Me resigné y sólo espero que se le pase la euforia.

Hoy se encontró con un chico que vive en el edificio que tiene una bici copada. Se la miró con tantas ganas, que el chico se la prestó. Omar se subió y anduvo un buen rato por toda la planta baja, gritando de felicidad, haciendo ochos entre las columnas que dividen los espacios del estacionamiento de los autos.
Después se la devolvió. Feliz

Más tarde le abrió la puerta a una paciente mía que venía en silla de ruedas. La subió al ascensor y la llevó hasta la puerta de mi consultorio cantando:

VAMOS DE PASEOOO....
EN UN AUTO FEOOOOO....
PERO NO ME IMPORTA.....