martes, 13 de enero de 2009

Antonia


Antonia llegó acompañada de su hija. Un amor la hija, nada que ver con las de los otros posts. De unos cuarenta y tantos. Y casi el doble la madre.

Antonia oye bastante mal. Usa audífono en el oído derecho hace unos años y ultimamente compró el del oído izquierdo.

Entró apoyándose en su bastón y protestando porque no oye como antes, que así no puede ser, que para qué se compró el otro audífono.

Los conecté a la compu y saltó que estaba usando los audífonos cambiados. Quiero decir, el del oído derecho en el izquierdo y el del izquierdo en el derecho.


Yo: Tiene los audífonos al revés, Antonia.


Antonia: ME LOS ARREGLÓ? PORQUE NO ANDA EL VOLUMEN


Yo: Los tenía al revés...


Ese diálogo se repitió con mil modalidades distintas, hasta que, descreídamente, entendió lo que le decía.


A: Y QUIEN ME LOS CAMBIÓ?


El molde del audífono viejo estaba destruído, parecía que lo había mordido el perro. Propuse hacerlo de nuevo y antes de tomarle la impresión le miré los oídos y ví que tenían algo de cera.


A: YO ME LOS LIMPIO CON LOS PALITOS!!


Le expliqué que no era conveniente usar los cotonetes, que se empujaba la cera hacia adentro y que además podían producir otitis externas.


Hija: TE DIJE MAMÁ, EL DOCTOR YA NOS LO HABÍA EXPLICADO...


A: AH NO?? Y VOS POR QUÉ LOS USÁS?


Hija: YO LOS USO PARA DELINEARME LOS OJOS!!


A: LOS OJOOOOS???


Hija: PERO SÍ MAMÁ... riéndose... SI ME VES CON UN TAMPÓN TAMBIÉN LO VAS A QUERER USAR?


A: UN QUÉ? UN TAMPÓN??? Y QUÉ ES ESO??

sábado, 10 de enero de 2009

Agustín


Agustín tiene 21 años, es misionero. Y sordo de nacimiento. Nunca usó audífono, nunca aprendió a hablar.

Ni a leer, ni a escribir.

Su inteligencia es normal, pero no creció con los nutrientes vitales del lenguaje. Con la lógica de la palabra. Con la lectura de la inteligencia de otros.

La música nunca acompañó sus estados de ánimo.

Su mundo auditivo se redujo a unos pocos ruidos. Y otros, por tan débiles, los fue despreciando. Nadie le enseñó que le podían ser muy útiles, que lo podían conectar con el mundo.

Su estímulos exteriores eran las imágenes visuales, tactiles, perfumes y sabores.

Pero alguien, allá en Misiones, un día lo vió y pensó: ¿y si le pusiéramos un audífono?

Se empezó a mover gente. Y lo trajeron a Buenos Aires.


Fuimos nosotras las encargadas de socorrerlo.
Una paciente falleció y la familia trajo su audífono superpotente para donarlo por si alguien lo necesitaba. Le hicimos el molde a Agustín y se lo ajustamos para él.

No teníamos muchas esperanzas. A los 21 años hay mucho camino perdido, muy poco por hacer.

El día que se lo entregamos su cara se iluminó con una emoción nueva. Y nos devolvió la fe.

Vino a su primer control: Esta feliz, mucho más atento a todo, cambió totalmente su actitud frente al mundo que lo rodea. Empezó a decir algunas palabras. Y las está usando para comunicarse. Vuelve a Misiones. Tiene mucho por hacer, le espera mucho esfuerzo, pero hay una gran esperanza en su vida nueva.


Para nosotras, la mejor forma de comenzar el año!