Salí a la sala de espera y lo llamé. Se puso de pie y empezó a caminar hacia mí un hombrecito pequeñito, de unos 80 años. A pacitos cortos pero firmes se me acercó para seguirme al consultorio. Al pasar por delante de la recepcionista me dí cuenta de que apenas sobrepasaba el mostrador. Inmediatamente se paró también otro señor. Enorme. Altísimo y con un físico de gigante.
Lo acompañaba.
No parecían de la misma especie. Sin embargo venían juntos. Me moría por saber cual era la relación entre ambos. Gigante era un poco más joven. Descartado entonces que fueran mellizos.
Aparte, cada rasgo de la cara de uno era opuesto al del otro. Gigante era narigón, Pequeño apenas tenía nariz. Gigante una boca para comerte mejor. Pequeño apenas la abría. Gigante mucho pelo. Pequeño casi pelado. A Gigante le gustaba hablar. Pequeño era retraído. Yo preguntaba y respondía Gigante. Cuando lo hacía Pequeño, apenas se lo oía.
No pude más y pregunté:
-Qué son ustedes?
- BUENO, EL EMPRESARIO. YO ABOGADO, se apuró a responder Gigante.
Claro, no me había expresado bien.
- No, quiero decir qué son entre ustedes.
Y temblé. Pensé que los había puesto en un aprieto. Tal vez eran pareja y yo metiéndome en sus vidas.
- AMIGOS!! digo Gigante. Pequeño sonrió, asintiendo.
Empecé a hacerle las pruebas a Pequeño. Encontramos los audífonos que mejor le iban. Oía mucho mejor pero no mostraba mucho entusiasmo. Es de esas personas que envejecen naturalmente, que vivieron toda la vida aceptando sus pro y sus contras. Y que la sordera habia venido con los años. Para qué resistirla?. Pequeño es manso, sabio y humilde.
Gigante en cambio le pone el pecho a las cosas. Y resolvió:
- VAS A PONERTE ESTOS!
- Noooo, son muy caros. Dijo Pequeño.
- VOS DE ESO OLVIDATE. ESTAMOS ACA PARA SOLUCIONAR EL PROBLEMA. YO NECESITO QUE VENGAS A MI CASA Y CONVERSES CONMIGO. NECESITO QUE HABLEMOS COMO LO HICIMOS SIEMPRE. Y YO TE LOS VOY A REGALAR.
- Noooo, yo no puedo permitir eso
- CUANTO MAS TE CREES QUE VAMOS A VIVIR? LA PLATA ESTA PARA ESO. Y YO TENGO PLATA. ASI QUE NO SE HABLA MAS.
Y Pequeño, que es un Grande, aceptó. Porque saber recibir también es una Grandeza.