jueves, 17 de diciembre de 2015

Mazawatee liberada.



Ella es así, idéntica a la legendaria abuela del Te Mazawatee.
Se apareció sin el nieto, sin el delantal y sin la torta. Pero era ella, la reconocí.
Siempre quiero saber cómo es la forma de vida de los pacientes para adaptarles los audífonos según sus necesidades. Empiezo preguntando si viven solos o con su familia.

- Sola. Y feliz.

No es frecuente andar tirando bocanadas de felicidad. Me contagió y le manifesté mi alegría.

- Gracias a que enviudé.

Me olvidé de los audífonos y la cazadora de historias que hay en mí quiso saber más.

- Mi marido era un amarrete. Insoportable. Me lo tuve que bancar toda la vida. Por suerte se murió a los sesenta y siete y desde entonces hago lo que quiero.

No me aguanté no preguntarle por qué no se había separado.

- Porque la casa es mía y ¿sabés qué me decía cuando yo sacaba el tema del divorcio? : "Ahí tenés la puerta". Él nunca se iba a ir. Y me lo tuve que aguantar. Me daba apenas para ir al supermercado y entonces ¿sabés que le decía yo?: "Yo ya tengo para comer: arroz, fideos, cereales, todo lo que me gusta, si vos querés comprarte lo tuyo, andá vos con esa plata". Y a él no le gustaba lo que yo comía, entonces lo embromaba. Nunca quiso viajar porque era un trastorno y era mucho gasto. Apenas se murió, empecé a ir a todas partes y a comprarme todo lo que quería. No sabés lo feliz que soy, querida.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

La eterna juventud del EGO.



Ya pasó hace años los noventa, su cuerpo está cada vez más consumido, pero su ego atropella, inunda el consultorio con una energía que no afloja.
Oye muy mal y se lamenta porque...

" YO soy hombre de ciencias, pero SOY músico, pero no así nomás, SOY de familia de músicos.
Música clásica, por supuesto. ¿Mis hijos? No, ellos no saben de música, les gusta el rock.
YO estoy abonado al Colón desde joven, siempre tuve palco, pero ahora ya no voy porque me pasaron a platea y en fila seis o siete no aprecio bien. Ojo, el Colón se portó muy bien CONMIGO. Ellos saben quién soy. Pero lamentablemente ya no puedo ir.
YO soy balletómano. Hablo de música, eh. ¿Usted sabe apreciar la música?"

Me había tocado esa bolilla y tenía que contestar.  Le dije que no tanto como él, por supuesto. Su sonrisa fue sincera. El interrogatorio siguió con mis preferencias, quiso saber si prefería la música sinfónica, si me gustaba la ópera y qué autores. Me atreví a nombrar a Rossini, Bizet, Verdi...

Dio un grito. "¿Verdi? en serio que le gusta Verdi?" Le susurré que sí, porque escribía operas populares. Pensé que si me había equivocado de autor, me iba a bochar. Dijo que por eso le extrañaba que me gustase. Por suerte su ego lo retornó a sí mismo:

"YO he viajado mucho, pero no viajo para pasear,  como turista como todos, YO viajo porque sé mucho de historia. SOY economista, sociólogo SOY."

´Después quiso enterarse desde cuando yo ejercía mi profesión. Cuando calculó los años me dijo:

"A Usted se la ve muy ágil, muy joven, pero eso se acaba, le doy para cinco o seis años más. Ya va a ver..."

y, como es infaltable en estos días,  agregó:

"Y, en este país tan singular que vivimos, que produce personajes tan extraños. ¿Usted sabe lo que significa Cristina Krischner para el mundo intelectual? Un bochorno".



viernes, 9 de octubre de 2015

Doña Lorenza, la dulzona

Se la ve a Lorenza esperando que abra el kiosco. Cuando llega Facu, el dueño, la saluda, como todos los días.
- ¡Cada día más madrugadora, Doña Loren! Va a tomar frío, con este tiempo...
- Si, se vino el invierno de nuevo, querido...
- ¿Lo de siempre?
- Si, mi amor, cuatro Bonobom y cuatro Marrocs.
- ¡Cómo malcría a esos nietos!
- Para eso estamos las abuelas...

De ahí se va al kiosco de Marcelo

- ¡Buen día Doña Loren!, le tengo una sorpresa...
- ¿En serio, querido?
- Si, Loren, ¿a qué no sabe qué? ¡Salió un nuevo sabor de Bonobom! Les va a encantar a sus nietos.
- Bueno Marcelito, dame dos y dos entonces.
- ¿Hoy no lleva Marrocs?
- Si, también, mi amor, dame cuatro...

De ahí Lorenza se encamina a la vuelta, al kiosco  de Doña Matilde

- Ya me parecía raro que no viniera, Loren, ¿sabe que salió un nuevo sabor de Bonobom?
- ¡No me digas, Matilde!
- ¿Le preparo cuatro, como siempre?
- Voy a llevar dos y dos. Y los Marrocs, claro...
- No se va a arrepentir, Loren. ¡Qué contentos la deben esperar sus nietos!

Lorenza llega a su casa, cansada. El portero la saluda:

- Buen día Lorenza! Para Usted todas las semanas son las de la dulzura...
- Me va a hacer poner colorada, Hugo...

Entra al departamento,  se acerca a un armario, abre la puerta y ordena los  Bonobom y los Marrocs en una pila con otros, al lado de las Titas y las Rhodesias. Después va a la cocina, se hace unos mates, mientras revisa su agenda.

Miércoles 7, 16 hs,  Turno con el cardiólogo. Le separa una Tita

Jueves 8, 10hs, Turno con la fonoaudióloga para revisar el audífono. Le separa dos Marrocs.
Se arrepiente y pone también dos Bonobom de los nuevos.

Viernes 9, 15hs, Turno con la kinesiologa. Una Rhodesia


Lástima que los médicos no atiendan los fines de semana, se le hacen muy largos. Eso por no haberse casado y no tener familia, piensa.
"A lo mejor podría ir a alguna guardia de urgencia... a la recepcionista del Sanatorio Las Lomas le encantan los bocaditos Cabsha..."




sábado, 3 de octubre de 2015

Mellizos



Hubo que sacarlos mucho antes de su paraíso acuático y climatizado donde  estaban hace meses. El médico dijo que si no, no sobrevivirían. Que había problemas. En un mundo donde no hay comparaciones, todo es normal, sólo late el corazón, mamá protege y ni siquiera hay que esforzarse para respirar o comer.
Pero se acabó, los dos afuera, y a tratar de vivir a costa de cualquier cosa.
Gonzalo pagó el precio más alto, aunque su parálisis cerebral lo protegió de ser consciente de su diferencia.
Rodrigo "la sacó barata", o "desgracia con suerte",  como repite la gente sin saber lo que dice. Su sistema nervioso intacto, sólo sus oídos se afectaron. Apenas oía dos frecuencias graves a muy altas intensidades.
Fueron creciendo y para Rodrigo, ver a su hermano, su mellizo, su igual, era como mirarse en un espejo defectuoso. No lo podía resistir y su culpa lo llevó a condenarse a la sordera absoluta. Ya que le había tocado la supuesta mejor parte, la iba a empeorar lo que más pudiera para balancear su suerte con la de Gonzalo. Nunca aceptó los audífonos que lo habrían ayudado a aprender a hablar y comunicarse con los demás, a oír la voz de sus padres, algo de música, gozar plenamente de la vida. Se negó a la escolaridad, se las ingenió para que lo echaran de todas las instituciones, a los tumbos terminó de adulto la escuela primaria en una Escuela de señas, con gran esfuerzo de sus padres.
Nunca se pudo adaptar a esta sociedad sin su otra parte.  No así, no distintos.
Habría hecho cualquier cosa por seguir iguales, iguales a Gonzalo, inconscientes en una anormalidad que no los apartara.

Hoy lo trajeron para intentar ponerle un audífono. Le probé varios, me sorprendí de que oyera hasta las frecuencias agudas, incluso repitió un par de palabras.
Pero no quiere usarlo. Prefiere seguir así.
No  quise insistirle.

miércoles, 17 de junio de 2015

Contestador telefónico

La primera tarea del día al llegar al consultorio es escuchar los mensajes del contestador telefónico.
La barrera más difícil para las viejas generaciones es relacionarse con los aparatos. Así sea la tarea más elemental como dejar un mensaje en el contestador.

Hoy, por ejemplo:

- Hola, es un mensaje para Lía: se me perdió el cosito ese que tiene el audífono en la punta, ese que va conectado con un fideo transparente, no se dónde lo metí, hace una hora que lo estoy buscando, necesito que me llames urgente a ver cómo lo puedo solucionar, porque si no tengo el coso ese no puedo escuchar, necesito que me llames, te voy a estar esperando, no sé donde lo habré metido, ya lo busqué yo, mi señora, la empleada y no lo encontramos por ninguna parte, tengo miedo que se lo haya comido el perro que siempre anda tragando todo lo que encuentra en el piso, por favor, llamame Lía, ayúdame a solucionar esto... pip pip pip pip

A continuación otro mensaje, la misma voz:

- Hola Lía, me olvíde de decirte, soy Juan, por favor llamame. Ah!, lo encontré, estaba abajo de la puerta de la heladera, no sé cómo habrá ido a parar ahí, a lo mejor lo barrieron, bueno igual quiero que me llames. Igual llamame, porque te quiero contar lo que me pasa, porque ese cosito se sale y tengo miedo que se rompa, necesito que me lo soluciones, aca voy a estar esperando tu llamado.

- Nuevamente:

- Hola Lía, no sé si atendés hoy, pero acá estoy esperando tu llamado para ver si solucionamos este tema, no puedo estar así.


Nunca supimos su apelllido ni su número de teléfono.
Estará sentadito, al lado del teléfono.

jueves, 30 de abril de 2015

Detrás del arco iris











https://www.youtube.com/watch?v=tbaS2Xh2LgI



Carmen asegura que por su oído izquierdo oye música permanentemente. Le explico que son acúfenos, que a veces son ruidos, zumbidos y que incluso, como en su caso, a veces parece una  música.

_ No, yo oigo canciones. Ahora por ejemplo estoy escuchando "Che cosa bella" - y se pone a cantarla, llevando el ritmo con el dedo índice.

_ ¿Siempre oye la misma canción?

_ No, tengo como cinco - me explica con mucha seriedad. Primero lo tuve mucho tiempo a Rivero, dale y dale Rivero. Creí que era el vecino de al lado que tenía un solo disco, después me di cuenta de que estaba en mi oído y que nadie más lo escuchaba

_ ¿Le gusta Rivero?

_ Más o menos...

_ ¿Conoce todas las canciones que están en su oído?

_ La primera que me apareció no la conocía. Le pregunté a todo el mundo y nadie sabía. Es inédita.

_ ¿Y cómo hace para que la oigan los demás?

_ Se las canto. Tengo otras, todas conocidas. Tengo el tango de Marianito Mores: "Adiós", cinco o seis tengo.

_ ¿Son todas canciones que le gustan?

_ Bueno, a mi me gusta toda la música... mi preferida es "Detrás del arco iris", esa de la película en la que trabajó Judy Garland ¿la conoce?

_ Si, muy bonita. ¿Está contenta teniendo siempre música en su oído?

_ No, me tiene harta, no quiero escucharla más y no puedo apagarla. Por favor ayúdeme


No sé si puedo entrar a su arco iris



miércoles, 22 de abril de 2015

Alucinando


Justina tiene 93 y su acompañante me pregunta si es normal que por su problema auditivo oiga ruidos o voces. Explico lo de los zumbidos en los oídos pero las voces... es otro tema.
Mientras hablo con ella, Justina mira hacia la ventana, nos ignora a nosotras, eleva una voz gruesa y dice:

- EL MANTO SAGRADO DE LA VIRGEN SANTISIMA, AHI EN LO ALTO, DIOS Y EL ESPIRITU SANTO LA BENDIGAN

Intento dirigirme  a ella y me responde, siempre mirando hacia la ventana:

- VIRGEN INMACULADA, MADRE DE TODOS NOSOTROS, LIBRANOS DEL MAL

Miro hacia la ventana y veo el balcón de la vecina con ropa tendida, sabanas blancas. A lo mejor...
Entonces le sigo el tema de los rezos y de la oración, que hace bien, que si eso la reconforta...

- VOS TENÈS ALMA Y CORAZON QUE EL MANTO DE LA VIRGEN TE ENVUELVA Y TE TENGA EN SU SENO

Amen

lunes, 6 de abril de 2015

101 años

Se oye a nivel del oído, pero se entiende a nivel central, en el cerebro. Por eso Lia, con una hipoacusia severa, pero no profunda, le cuesta mucho entender las palabras. Son los años.

Cuando llega el momento de hacer la logoaudiometría que consiste en repetir palabras, todas bisilábicas y con un ritmo característico, se produce esto:

A la izquierda lo que yo digo y a la derecha lo que Lia repite:

lastre                         característica
postre                       Andrés
menta                       percha
cinco                        disco
persa                         esa no entendí
molde                       broche
balde                        Quéeeeeeeeeeee?
verde                        belcro
cuatro                       Ves? esa no la entendí

Lia ya usa audífonos, teníamos que renovar sus moldes y entonces, le tomé las impresiones. Le molestó un poco que le pusiera algodón y pasta en los oídos. Cuando los tenía tapados, llenos de pasta, con los hilos colgando, empezó a llorar.

- Mamá, ¿qué te pasa? - le decía su hija- ¿ te duele?

No respondía. Entonces yo la abracé y le pregunté qué le pasaba. Ella no me oía, pero respondió:

- Estoy triste

Le destapé los oídos y le preguntamos por qué

- Porque hoy cumplía años…

Ella cumplía 101 años

Entonces la volví a abrazar, la felicité y le hice una reverencia. A lo japonés. Y le dije que yo también quería llegar a cumplir 101 años.

- Y mirá, no tengo arrugas
- Es cierto ( y  no mentí) ni una arruga, tenés la piel mejor que todas esas que se operan.
- Yo nunca me hice nada ( de pronto oía todo) y sólo usé Dermaglos toda mi vida