Oscar tiene trece años y viene con su mamá para empezar a usar audífonos.
Le pregunto cuándo se desencadenó la pérdida auditiva. No sabe. Oscar es hijo del corazón, me explica.
María tiene 54 años y hacía mucho que estaba en listas de espera para adoptar.
Oscar y sus cuatro hermanos esperaban una familia. Como no encontraron una que los adoptara a todos, los dividieron. Él y su hermano menor, Abel (10) hace cuatro años que son hijos de María y su marido.
Cuando los recibieron en su hogar, Oscar no sabía leer, ningún colegio lo aceptaba. María es maestra. Aplicó su método antiguo y logró que leyera en pocos meses. Hoy va a sexto grado y es uno de los mejores alumnos.
Les costaba creer que no oyera bien. Lee muy bien los labios y es muy curioso.
Su hipoacusia es traumática. María me explica que Oscar recibió muy mal trato por parte de sus padres biológicos.
El nuevo hogar de los chicos no cuenta con grandes recursos económicos, María está agotada porque de golpe su familia creció y sus hijos tienen una vida previa y desconocida con la que tiene que cargar.
Le puse los audífonos a Oscar y empezó a reírse, no se los quiere sacar. Abraza a su mamá. Noto tanta confianza entre ellos como si hubiese crecido en la panza de María.
Se dicen todo, se hacen chistes, gastan a Abel que parece que es un demonio.
Para los cumpleaños se reúnen con sus otros tres hermanitos que fueron adoptados por otra familia.
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2 comentarios:
Leer cosas como estas nos hace agradecer una vez mas la vida
que hermosa historia de vida .que valiente!
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