Nos preocupaba la salud de Gigante, el que conté que estaba mal aquel día que escribí Pesares.
Llamamos a la casa de uno de sus amigos y la mujer nos contó que había salido de terapia, había vuelto a su casa y que ahora estaba en Mar del Plata, paseando.
Se lo merecía. Y sus amigos también. Se ve que tiene mucho por hacer todavía entre nosotros.
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2 comentarios:
Genial, Tolen!
Me re alegro!
ok!!!buenisimo!!!
Al que le guste leer recomiendo el libro La enfermedad como camino de Thorwald dethelefsen y Rudiger dahlke.
està buenisimo!!!
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