jueves, 30 de agosto de 2012

Judit


Nunca atendí a Judit, es paciente de otra fono.  Va a comprar un nuevo audífono y quiere tramitar el reintegro  por parte de su prepaga.
Para eso debe llevarles los estudios, la receta del médico y esperar que le contesten cuanto le van a cubrir, despues comprarlo y llevar la factura para cobrar lo acordado.
A la distancia, en mi consultorio escuché a mi secretaria explicárselo por teléfono varias veces.
Finalmente se apareció en el consultorio para retirar los estudios que debía presentar.
Fui testigo de este diálogo entre ella y mi secretaria.

- Muy bien Judit, ahora tiene que llevar estos estudios y la receta del médico a la obra social, como le dije antes. Mire, se lo voy a anotar.

Y en un papel le numeró paso por paso lo que tenía que hacer, con letra grande.

Judit ni lo leyó y dijo:

- Bueno, voy ahí y me dan el dinero.

- A dónde va Judit?

- Ahí, llevo todo y me dan el dinero.

- No Judit, ahí va a llevar la receta y los estudios y después cuando la llamen ...

- Ah! si! me van a llamar para hacer el audífono

- No Judit, la llaman para decirle que está autorizado el reintegro

- Si a mi no me reintegran nunca nada!

- Pero esto es distinto Judit, es un audífono, no tiene nada que ver con otros reintegros. Cuando la llamen le van a decir cuanto le van a reintegrar. Entonces lo compra y con la factura que presenta le dan el dinero. Entiende Judit??

- Perfecto. LLevo todo esto y me dan la plata.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Kurt

A Kurt lo conocí hace unos 8 años cuando vino de la mano de Anne, su nueva novia.
Bueno, en realidad me di cuenta de que eran novios en la segunda o tercera sesión.
Anne ya era paciente mía y había venido siempre sola. Había pasado los 80 pero, como todas las europeas sajonas, su intelecto muy activo la había preservado del desgaste de otras señoras de su edad.
A muchas les cuesta entender que es esa la forma de alargar su juventud. Más que esmerarse en imitar físicamente a las más jóvenes.
En fin, Anne siempre me cayó simpática: lista, de un humor agudo y muy desenvuelta.
Un buen día apareció con Kurt que también estaba oyendo mal y le pusimos unos audífonos muy lindos, similares a los de ella. Pensé que era un amigo.
Pero el trato entre ellos me fue convenciendo de que eran pareja. De las con cama afuera.
Novios. En el sentido más actual del término.
Kurt era un hombre más bien tímido, hablaba poco, pero fui descubriendo escondido en ese perfil bajo, a un tipo muy culto y muy sensible. Entendí que Anne le hubiese dedicado su último enamoramiento.
Ella llevaba la batuta en las cosas prácticas. Eso era evidente.
Vinieron muchas veces porque, como Kurt había pasado los 90, caía en olvidos y equívocos que provocaban accidentes en sus audífonos.
Siempre el turno era doble. De paso controlaba los de Anne.
Atenderlos alimentaba en mí la esperanza de que "no hay edad para el amor"
Kurt se fue poniendo cada vez más distante, con una complacencia cada vez más hermanada con la indiferencia. Todo le daba igual. No sabíamos si oía bien o nos lo decía para conformarnos. Nunca planteaba problemas. Anne se indignaba, se daba cuenta de que los audífonos no le rendían o algo pasaba. Y quería que yo se lo resolviese. A mí me costaba identificar cuales eran los inconvenientes para encontrarles las soluciones.
Hace unos meses que Kurt ya no viene más con Anne, lo acompañan un hijo y una enfermera.
Está totalmente ausente. Tal vez su familia decidió que en su estado psiquico estaba contraindicado un noviazgo. O quizas hubo cuestiones económicas, desconfianza por presuntos intereses de una intrusa.
A veces fantaseo con que era una mujer prohibida para la familia. Tal vez una amiga del anterior matrimonio
A mi me consta que Anne lo quería. De verdad.
Pero Kurt había dejado de ser un hombre para ser un anciano.
Cuando un hombre se convierte en anciano, sus hijos lo tratan como a un niño, se olvidan de que antes era quien tomaba las decisiones, quienes tuvo en sus manos las riendas de su educación, su alimentación y sus vidas. Y lo cuidan, lo atienden, con mucho afecto, pero como el viejito que es.
Mientras Kurt estaba con Anne era todavía un hombre del que una mujer como Anne se podía enamorar. Podían discutir de igual a igual, compartir una comida, un paseo, reirse de sí mismos, quejarse de sus hijos y nietos.
Hoy le puse a Kurt un audífono más grande, más fácil de manejar y menos coqueto. Ya no hay lugar para presumir en su vida actual.
Kurt se fue. Solo resta este viejito que ha sido el padre de sus hijos.