miércoles, 21 de noviembre de 2012

Lili

Fui advertida. No puedo negarlo. Estaba dispuesta a atenderla aceptando todo lo que dijera.
Siempre la atendió otra fono del consultorio, yo no había tenido el placer.
- Tenéle paciencia, es un poco difícil -me había adelantado mi secretaria- sólo hay que entregarle un molde y probarle un audífono porque quiere cambiar el que tiene.
Mi ánimo estaba alertado, paciencia preparada.  Cuando entró a los gritos autoalabándose su puntualidad y mirando dentro del consultorio para ver quién la iba a atender, pensé que tal vez no era tan difícil, un poco extravertida, no más. La hice pasar enseguida.
Ella hablaba, tenia todos los planteos y todas las respuestas. Casi ni me necesitaba.

- Acá está el molde nuevo que vengo a buscar, es el segundo que hacen y mal. No se donde estará la impresión con la que me hicieron este que es el único, el único, el único que me va bien -Y se sacó de la oreja un masacote con la punta marrón, todo sucio y el tubo rígido.
- Lo que pasa, Lili ( siempre da resultado nombrarlos por su nombre, si es sobrenombre mejor)  que ese ya tiene su tiempo y el conducto cambia de tamaño, de forma, con el tiempo y ya no le sirve...
Justo en ese momento miré su audiometría y me di cuenta de que, sin audífono, era imposible que me oyera. Por eso ella se ocupaba de tapar los silencios
- Es el único  el único el único que me va- seguía- ese otro ya lo veo, no tiene nada que ver con este, no me va a servir. Y el anterior que hicieron tampoco, creo que es de otra persona. Bueno, probáme el audífono nuevo a ver...
Como vio que yo tenía en pantalla su audiometría, se apuró a aclararme:
- Pero esa audiometría no tiene nada, nada, nada, nada, nada que ver con la de ahora!!. Oigo mucho menos. Cuando me pruebes ponémelo más fuerte.
- Tiene una nueva audiometría? pregunté bien fuerte y articulando bien las palabras, porque aunque tenía ya el audifono puesto, dudaba de su comprensión.
- Si, me la hice ayer!!
- Permítamela
- Ah no, no la traje!! No me digas que la tenía que traer!?? NO me dijeron nada!! Probáme igual, ponélo mas fuerte y listo.
- No, Lili, para probar un audífono hay que calibrarlo y se calibra en base a la audiometría que cargamos, tono a tono, ve? como esta que...
- Ya se ya se ya se, te crees que no se?PERO POR QUE NO ME DIJEROOON???- ya era un grito descontrolado.
Le sugerí entonces hacerle una, en ese momento
- NI LOCA NI LOCA NI LOCA!!  SI ME HICE UNA AYER!!! VOS TENES IDEA DE LA CANTIDAD DE COSAS QUE DEJE DE HACER HOY?? DE TODO LO QUE HICE PARA VENIR ACA??
- Por eso le propongo hacer una nueva audiometria
-NO, PORQUE A MI ME LA HACE LA FONOAUDIOLOGA X DE X LUGAR QUE ES LA MEJOR, NINGUNA COMO ELLA. Y ME LA HIZO AYER, AYER , AYER, ME ENTENDES? YO HACE MUCHOS AÑOS QUE USO AUDIFONO, TENGO MUCHA MUCHA EXPERIENCIA CON ESTAS COSAS!! -Y bajando la voz, haciéndose la buena: - Dale, mira yo te digo - y señalaba el audiograma de la pantalla- ves acá bajó mas o menos por acá, acá por acá, que te cuesta?
- No puedo, de verdad LIli, si lo probamos al tun tun, no le va a rendir.- Y volviendo a mirar la audiometria de mi pantalla y ver que su oido derecho, en el que no usa audifono, está bastante mejor que el izquierdo donde tiene una perdida profunda, osé sugerirle ( evidentemente yo no aprendo más)
- Lili, nunca usó en el oído derecho? le va a dar mejor resultado ahi...
- NI LOCA NI LOCA NI LOCA NI LOCA ME PONGO EN ESE OIDO NENA!! ( gracias, debe tener mi edad) CON ESE OIDO OIGO BIEEEEN!!
Marcha atrás, cambio de dirección:
- Quiere que le ponga el molde nuevo en el audífono?
- PARA QUE? SI YA LO VEO QUE ESTA MAL?!
- Bueno, tal vez probando... Y logré que se sacara el suyo y me dejara probarle. Le quedaba perfecto.
- NO NO NO, YA ME DOY CUENTA, NO ES LO MISMO!! MIRA PEGAME CON LA GOTITA EL TUBO DEL MIO Y SIGO USANDO EL MISMOOO!
Eso hice. El tubo estaba en un estado lamentable pero ni loca se lo cambiaba porque todo iba a decir que no. Me costó insertarlo en el codo por lo rígido que estaba. Le pregunté si lo lavaba ( porque se notaba que no)
- NUNCA ME DIJERON!! ( bue) - Y vuelta al principio:-  SABES TODO LO QUE DEJE DE HACER??? YO ESTOY TOMANDO EXAMENES NENA, QUE PENSAS?  -( la verdad? nunca pense que era profesora. Pobres!) Volvió a bajar la voz y haciendóse la divina dijo:-  Me mostrás el audífono que me van a probaaaaar?
Se lo mostré
- YA ME IMAGINABA: ES ENOOOOORME!!! y ESE CUANTO AUMENTA?
Ni loca me metía a explicarle que ese dato solo no sirve que se necesitaba ver la curva. Busqué los datos técnicos en la pantalla, se los imprimí ( como 6 hojas) y se los entregué, conciente de que no iba a entender nada.
- Y ESTO PARA QUEEEE?
- Ahí están los datos que me pidió Lili ahí dice cuanto aumenta...
Y volviendo a la divinez agregó:
- Vos no tenés la culpa, PERO ME TENDRÍAN QUE HABER DICHO!! SABES TODO LO QUE DEJE DE HACER?
Censuré y eliminé de mi cabeza frases como: Qué raro que no sabía que la tenía que traer, siendo que hace tanto que usa audífono, que tiene tanta experiencia. O qué raro que no se le ocurrió porque Ud sola sabía que bajó la audición, la audiometria que yo tengo solo tiene 6 meses, podría haber servido...
La miré, sonreí  y dije:
- Me imagino...




martes, 18 de septiembre de 2012

El Ocaso del Antiquijote



Mis seguidores seguramente recordaran al Antiquijote. A ella fue dedicado uno de mis primeros posts de este blog y otras cuantas publicaciones. Yo diría que roba el papel protagónico, merecidamente.
Siempre vino, como saben, montada en su Rocinante y acompañada por uno al principio y dos Sanchos el último tiempo.
Hace bastante que no aparece. Solicitó la semana pasada que la atendieramos en su casa. Ya no se puede levantar de la cama.
Como hace tiempo que no hago domicilios, propuse que la viera otra fono del equipo.
Nunca quiso atenderse con otra que no fuera yo, pero aceptó porque tiene casi todos los audífonos con problemas. Tiene mas de 18, literalmente.
Una vez acordado el día y la hora de la visita, cortó y al rato volvió a llamar.
Le dijo a mi secretaria que lo que ella necesitaba es que yo fuera a verla, no para atenderla como profesional, que ya habian arreglado que iría otra fonoaudióloga, pero que necesitaba que yo fuera a verla como persona.
Claro, Antiquijote venía y me contaba anécdotas de su vida, de sus familiares, hasta de los Sanchos acompañantes, con malicia y con un humor negro que me hacía reir.
Había que dedicarle dos horas exactas con cada visita y ponerle mucha paciencia, pero reconozco que disfruté de sus relatos un poco crueles pero con ese humor que a mí particularmente me divierte.
Se que se sentía a gusto. Se que muchas veces venía a estar conmigo y me desplegaba la docena y media de audífonos que funcionaban pero que ella aseguraba que no, y me los dejaba y pagaba el service que era el precio de poder venir a buscarlos para tener otra oportunidad de que alguien le entendiera su humor y hablara de igual a igual.
Eso necesita hoy Antiquijote y piensa que ya esta postrada y no va a poder venir más.
Ya acordé con ella que después de la semana próxima en la que estaré de viaje, iré a su casa, tomaremos un cafe y hablaremos de cualquier cosa menos de audífonos.

Involucrarse o no involucrarse?



Esa es la cuestión.
En las profesiones relacionadas con la salud es necesario poner un poco de distancia para que los sentimientos no nos paralicen. Porque involucrarse nos debilita al punto de no poder seguir con esta tarea. Y los pacientes necesitan a alguien fuerte, que ponga en funcionamiento su cabeza para resolverle el problema.
Pero a veces pasan cosas como esta:

Entra Graciela, una paciente de mas de 80, acompañada de su hija.
Trae sus dos audífonos sin funcionar. Raro, los dos a la vez, dice la hija. Y comparto. Posiblemente los golpeó o se le mojaron, el caso es que los debe dejar para que los mandemos al service de su marca.
Además los moldes están muy viejos, no le sirven. Propongo tomar nuevas impresiones, así cuando retira tiene todo en perfectas condiciones.
Miro los oídos con un otoscopio y veo que están totalmente tapados con cera. No puedo tomar impresiones hasta que no vaya al otorrino para que le limpien.
Sé que a ella le cuesta oírme, entonces le explico a la hija. Intercambiamos ideas, le hago una nota al otorrino, hablamos de demoras, pautamos qué hay que hacer primero, cuanto podrá salir y el tiempo que se quedará sin poder usarlos.
Graciela nos mira sin entender. Pregunta, necesita enterarse.
La hija le explica en voz alta, pero muy resumido.
Yo no intervengo. Sigo entendiéndome con la hija.
De pronto la miro y está llorando. Le agarro una mano.
- Qué pasa Graciela?
- No oigo nada!!

Dios! cómo puedo olvidarme de que ESE ES SU PROBLEMA?
Por un instante me puse en su lugar, ver que los demás hablan, resuelven algo que es de mi incumbencia, sin poder intervenir, sin que me expliquen todo al detalle. Y no insistir para no molestar.

Bajé la guardia, la abracé, le expliqué lo que había que hacer, le dije que no nos hiciera caso, que tenía razón, que todos andamos apurados.

- La gente es mala, me dijo, no nos tienen paciencia

jueves, 30 de agosto de 2012

Judit


Nunca atendí a Judit, es paciente de otra fono.  Va a comprar un nuevo audífono y quiere tramitar el reintegro  por parte de su prepaga.
Para eso debe llevarles los estudios, la receta del médico y esperar que le contesten cuanto le van a cubrir, despues comprarlo y llevar la factura para cobrar lo acordado.
A la distancia, en mi consultorio escuché a mi secretaria explicárselo por teléfono varias veces.
Finalmente se apareció en el consultorio para retirar los estudios que debía presentar.
Fui testigo de este diálogo entre ella y mi secretaria.

- Muy bien Judit, ahora tiene que llevar estos estudios y la receta del médico a la obra social, como le dije antes. Mire, se lo voy a anotar.

Y en un papel le numeró paso por paso lo que tenía que hacer, con letra grande.

Judit ni lo leyó y dijo:

- Bueno, voy ahí y me dan el dinero.

- A dónde va Judit?

- Ahí, llevo todo y me dan el dinero.

- No Judit, ahí va a llevar la receta y los estudios y después cuando la llamen ...

- Ah! si! me van a llamar para hacer el audífono

- No Judit, la llaman para decirle que está autorizado el reintegro

- Si a mi no me reintegran nunca nada!

- Pero esto es distinto Judit, es un audífono, no tiene nada que ver con otros reintegros. Cuando la llamen le van a decir cuanto le van a reintegrar. Entonces lo compra y con la factura que presenta le dan el dinero. Entiende Judit??

- Perfecto. LLevo todo esto y me dan la plata.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Kurt

A Kurt lo conocí hace unos 8 años cuando vino de la mano de Anne, su nueva novia.
Bueno, en realidad me di cuenta de que eran novios en la segunda o tercera sesión.
Anne ya era paciente mía y había venido siempre sola. Había pasado los 80 pero, como todas las europeas sajonas, su intelecto muy activo la había preservado del desgaste de otras señoras de su edad.
A muchas les cuesta entender que es esa la forma de alargar su juventud. Más que esmerarse en imitar físicamente a las más jóvenes.
En fin, Anne siempre me cayó simpática: lista, de un humor agudo y muy desenvuelta.
Un buen día apareció con Kurt que también estaba oyendo mal y le pusimos unos audífonos muy lindos, similares a los de ella. Pensé que era un amigo.
Pero el trato entre ellos me fue convenciendo de que eran pareja. De las con cama afuera.
Novios. En el sentido más actual del término.
Kurt era un hombre más bien tímido, hablaba poco, pero fui descubriendo escondido en ese perfil bajo, a un tipo muy culto y muy sensible. Entendí que Anne le hubiese dedicado su último enamoramiento.
Ella llevaba la batuta en las cosas prácticas. Eso era evidente.
Vinieron muchas veces porque, como Kurt había pasado los 90, caía en olvidos y equívocos que provocaban accidentes en sus audífonos.
Siempre el turno era doble. De paso controlaba los de Anne.
Atenderlos alimentaba en mí la esperanza de que "no hay edad para el amor"
Kurt se fue poniendo cada vez más distante, con una complacencia cada vez más hermanada con la indiferencia. Todo le daba igual. No sabíamos si oía bien o nos lo decía para conformarnos. Nunca planteaba problemas. Anne se indignaba, se daba cuenta de que los audífonos no le rendían o algo pasaba. Y quería que yo se lo resolviese. A mí me costaba identificar cuales eran los inconvenientes para encontrarles las soluciones.
Hace unos meses que Kurt ya no viene más con Anne, lo acompañan un hijo y una enfermera.
Está totalmente ausente. Tal vez su familia decidió que en su estado psiquico estaba contraindicado un noviazgo. O quizas hubo cuestiones económicas, desconfianza por presuntos intereses de una intrusa.
A veces fantaseo con que era una mujer prohibida para la familia. Tal vez una amiga del anterior matrimonio
A mi me consta que Anne lo quería. De verdad.
Pero Kurt había dejado de ser un hombre para ser un anciano.
Cuando un hombre se convierte en anciano, sus hijos lo tratan como a un niño, se olvidan de que antes era quien tomaba las decisiones, quienes tuvo en sus manos las riendas de su educación, su alimentación y sus vidas. Y lo cuidan, lo atienden, con mucho afecto, pero como el viejito que es.
Mientras Kurt estaba con Anne era todavía un hombre del que una mujer como Anne se podía enamorar. Podían discutir de igual a igual, compartir una comida, un paseo, reirse de sí mismos, quejarse de sus hijos y nietos.
Hoy le puse a Kurt un audífono más grande, más fácil de manejar y menos coqueto. Ya no hay lugar para presumir en su vida actual.
Kurt se fue. Solo resta este viejito que ha sido el padre de sus hijos.

sábado, 7 de julio de 2012

El coso rojo

Me tomé unas vacaciones que sirvieron para apagar mi burnout. Volví nueva.
Ya casi terminando mi primera mañana de trabajo en el consultorio hice pasar a una señora que había sido atendida por la fonoaudióloga que me había reemplazado.
Le había aconsejado que probara usar su audífono en el oído izquierdo porque su situación auditiva había cambiado. Entonces me propuse adaptárselo con su nuevo molde que le había mandado a hacer.
La señora venía acompañada por su hija, pero ninguna de las dos entendían mucho el criterio por el que le aconsejábamos el cambio de oído, se resistían.  Tampoco les quedaba claro que lo único que había que cambiar era el molde y no el equipo.
Entonces, cuando le pedí que se sacara el audífono del oído derecho y me lo diera, la paciente me preguntó:
- Este? el mismo audífono?
- Si, sí, el mismo, lo vamos a adaptar para el oído izquierdo.
- Ay bueno, pero entonces preferiría que fuera sin ese coso rojo que me puso la otra licenciada, me queda muy incómodo...
Y me lo dió.
En el extremo de abajo tenía puesta la zapata que usamos junto con el cable para enchufarlo a la interface que nos permite calibrarlo. Toda la mañana me había preguntado donde habría ido a parar la zapata roja para adaptar los audifonos derechos.
Pues ella la había cargado más de una semana rozándole detrás del oído, estoicamente. Lo que más me sorprende es que la familia la tiene que haber visto con eso colgando sin preguntarse por qué le habíamos agregado semejante aparato al audífono, cual era su utilidad. Ni un llamado telefónico, nada.
Y me pregunto: si no hubiera sido el mismo audífono y yo le hubiera adaptado uno nuevo en el izquierdo, habría seguido usando por los siglos de los siglos el coso rojo sin quejarse??
Moría por terminar de atenderla y llamar a la fono que la había atendido y contárselo.
Y subirlo al blog, por supuesto.


lunes, 4 de junio de 2012

Polsak

- A qué hora empiezo mañana? le había preguntado a mi secretaria el dia anterior.
- A las 11.30
Decidí ir una hora antes para hacer llamadas, tareas administrativas que siempre hay.
Cuando llegué, ahí estaban, sentados en la sala de espera, Polsak y su hija, citados para las 11.30hs
Cerré la puerta de mi consultorio e hice, por lo menos, las llamadas. Porque una vez que empezara a atender no me dejarían tiempos en el medio para realizarlas.
Finalmente los hice pasar,  media hora antes de su turno.
Venían con una orden médica para hacerle a Polsak: audiometría tonal, logoaudiometría y calibración de sus audífonos. Lo hice pasar a la cabina que está dentro del mi consultorio. Su hija pasó también y presenciaba el estudio sentada en una silla, detrás de mí.
En cuanto Polsak entró a la cabina y vio los auriculares colgados, los agarró e intentó colocárselos. Por supuesto al revés. Le indiqué que no, que mejor se los ponía yo. Entonces agarró la vincha de la ósea. No respondía a mis indicaciones. Me dí cuenta de que estaba mucho más sordo.
Le saqué entonces la vincha, sin hablarle. Le puse los auriculares correctamente. Y le explique con señas las instrucciones para que me avisara cada vez que oyera.
Lo hizo. Yo le veía la cara de contrariedad en la ventanita, pero respondía.
Difícil, muy difícil fue que entendiera la consigna posterior de responder solo a los tonos puros y no al sonido del masking por el otro oído. Pero lo logré.
Después vino la logo. Le dí el micrófono. Y le pedí que repitiera una a una las palabras que oyera.
La hija me corrigió:
- No le diga oiga, digale escuche, porque si no no entiende.
No le contesté, qué iba a entrar en explicaciones que escuchar es prestar atencion y oir es simplemente oir. No, no daba. Seguí con mi tarea.
En cuanto me senté en mi puesto y le empece a decir palabras, en vez de repetirlas, uso el micrófono que tenía en la mano para decirme, muy indignado:
- Yo no quiero hacer esto, yo lo que quiero es que me solucione el problema del audífono. Resulta que cuando me lo pongo hace un ruido que no me permite oir nada. No lo puedo usar!!!
- Polsak, primero hay que hacer los estudios que le indicó el médico.
- Pero yo no vine para eso!!!
- Por favor, primero repita las palabras y despues nos ocuparemos del audifono.
Terminamos la prueba, no sin interrupciones que no voy a detallar para no ser pesada con el relato.
Lo ayude a salir de la cabina.
Reconozco que yo no estaba sonriente. Hacía todo lo que correspondía, sin efusiones de amabilidad.
Cuando le puse el audífono  le demostré que, bien colocado, no hacía ningún ruido.
Se lo calibré. No le gustó. Muy fuerte.
La hija me explicó que nunca los usaba. Entonces yo le expliqué que por eso le parecia fuerte, y por eso era que no estaba acostumbrado a escuchar ( ahora sí, escuchar)  y hablaba siempre él.
- Si, siempre hace eso, reconoció.
Despues le indiqué que debía cambiar la cápsula y el molde del otro oído porque hacia 4 años que no los cambiaba.
- y eso por qué??? medio enojada
Le dije que porque el oido cambia año a año y ya no le ajustaban.
No le gustó nada. El seguía prostestando que asi no los podía usar.
Calibré los dos. Sugeri los cambios de moldes una vez más y renuncié .
No estaban contentos.
Se fueron. Cuando bajaron, le comentaron a mi secretaria , que los tuvo que acompañar hasta abajo para abrirles la puerta:
- Esta fonoaudióloga sabrá mucho, pero es muuuy antipática

sábado, 2 de junio de 2012

Burnout

Síndrome de Burnout es el estrés provocado por el trabajo. Se da en mayor porcentaje en los profesionales de la salud. "El cansancio resultante de una tensión psicológica prolongada da como resultado sentimientos cronificados y generalizados de fatiga." ( Isabel Pérez Jauregui)
Esto debe haber percibido Hilda en mí.
No pude responderle:
- Ud está en lo cierto Hilda, padezco Burnout, provocado por 30 años de atención de pacientes como Ud.
No pude decirselo por eso de que si se transmite un concepto y el receptor recibe otra cosa, no hay comunicación.
En Europa se lo llama "Síndrome de Tomás" por el protagonista de "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera,  un médico afectado por este síndrome de desgaste profesional.
Siempre me cayó bien Tomás, prefiero compartir con él la dolencia y no con alguna de las tuberculosas depresivas  de las novelas del siglo XIX.
Sigo consultando bibliografía y encuentro estos síntomas:
Cansancio emocional
Fatiga
Despersonalizacion
Irritabilidad
Agresividad
Indiferencia
Enajenación

Y aprendo que trabajo proviene del latín tripalium que era un instrumento de tortura que consistía en tres palos que se le colocaban al cuello del reo, instrumento tremendamente pesado. Ese peso, esa carga arriado por Hildas, Estheres, Martas, Antiquijotes y Hugos, entre otros, va quemando los recursos y me lleva hoy a admitir que Hilda tiene razón.





Hilda

Es paciente desde hace muchos años. Está muy sorda y solo quiere usar audífonos intracanales que ya no le rinden para su pérdida auditiva. Y se niega a usar en los dos oídos.
Tiene un audífono muy viejo y otro de hace 4 o 5 años, los dos intras.
Cuando están al máximo, como en su caso, tienden a hacer un silbido con mucha facilidad. ES menor la posibilidad si queda bien ajustado en el oido, para eso le hicimos la capsula nueva.
Como Hilda siempra sospecha que va a haber problemas, los hay.
Es la típica paciente a la que le tardan mas en el laboratorio, a la que hay que repetirle la impresión porque se rompio. Llama a  los problemas y gustosos, vienen.
Ya verla es avisorar un inconveniente, su gesto es de queja, su voz un lamento.
No quiere que se le hable de soluciones, prefiere zambullirse entre almohadones de problemas y tener derecho a quejarse, interminablemente.
Vino. Retiró el audífono con la cápsula nueva. Al rato volvio, le acoplaba cuando movia la boca, volví a calibrarselo teniendo en cuenta el movimiento mandibular. Se fue
A los dos días la ví de nuevo sentada en la sala de espera, sobreturno. La secretaria me advirtió que había venido porque no oía, estaba bajo.
Yo mas de media hora atrasada, tratando de no renunciar del todo a mi corte para almorzar. Aunque sea quince minutos. La hice pasar. La escuché quejarse. Enchufé el audífono a la compu, le levanté la ganancia lo que pude, porque está casi al máximo. Me dijo que no, que estaba muy fuerte. Lo bajé un poco. Asi estaba bien. Dijo
Desenchufé. Casi feliz de haberle solucionado y poder irme a tomar un cafe y olvidarme de ella.
De fondo, como letanía:
- Lo que pasa es que no oigo nada, hay que estar en mi lugar eh, y que hablen y no entender. Ademas venir aca tantas veces, siento que estoy pidiendo un favor, pero lo que pasa es que no oigo.
- Pero ahora oye Hilda...
- Si claro, pero el otro dia tambien, aca estuve bien y despues no oia. Ahora mismo me parece que oigo menos que recien.
- Pero me dijo que le bajara porque estaba muy fuerte...
- Si por eso, seguro que me voy y no vuelvo a oir
- Lo que pasa Hilda es que Ud no quiere soluciones, prefiere tener el problema.
- Lo que pasa es que Ud no me tiene paciencia. Creo que tiene que ver a un psiquiatra.
A partir de ahi la deje hablar, no la escuche mas ( o sí, oía palabras que me hacían daño y queria evitar) me quede muda, agarre las llaves para bajar a abrirle la puerta porque mi secretaria se habia ido al Banco y no estaba. La acompañe hasta abajo. Ella seguia hablando, seguia diciendome que no me oia. Yo no hablaba.
Le abri la puerta y se fue
Yo en silencio

martes, 29 de mayo de 2012

Turno

Mi secretaria bajó a abrir la puerta y atendí el teléfono:

- Consultorio
- Hola, Julia?
- No, con quien quiere hablar?
- Eeeehhh... che Mary, como se llamaba?
.....................
......................
.....................
- Hola, con quien quiere hablar?
- Con el numero xxxxxx
( el número era correcto)
- Y con qué lugar quiere hablar?
- Con Julia, por el audífono
- Sí, esta hablando con el consultorio de los audífonos, pero aca no hay ninguna Julia. Qué necesita?
- Yo tenía turno para encargar el audífono y no fui, me puede dar otro?
- Muy bien, como es su apellido?
- Lopez, María
- Muy bien María, quiere venir este jueves a las 12?
- Este jueves a las 12... Maryyyyyy! el jueves a las 12 no podes no?
- Si no para el martes próximo a las 14
- Mejor para el martes a las 14. Podes Maryyyyyyy el martes a las 14? NO no, mejor para el jueves a las 12
La anoto para el jueves a las 12 y escucho
- Y no podría ser para el otro jueves? Maryyyyyy y si vamos el otro jueves porque yo tengo turno con el cardiólogo vio? y no puedo acompañarla. El otro jueves Maryyyyy?
Me fijo y no me quedan turnos libres para el otro jueves. Se lo informo


- An no, Maryyyyyy no puede ser para el otro jueveeeees!!! Para cuando entonces?

- Y, este jueves a las 12 o el martes a las 14.

- Mejor el martes a las 14

La anoto el martes a las 14 justo cuando escucho:

- No , no, mejor el jueves a las 12



Estuve a punto de cortar.