lunes, 4 de junio de 2012

Polsak

- A qué hora empiezo mañana? le había preguntado a mi secretaria el dia anterior.
- A las 11.30
Decidí ir una hora antes para hacer llamadas, tareas administrativas que siempre hay.
Cuando llegué, ahí estaban, sentados en la sala de espera, Polsak y su hija, citados para las 11.30hs
Cerré la puerta de mi consultorio e hice, por lo menos, las llamadas. Porque una vez que empezara a atender no me dejarían tiempos en el medio para realizarlas.
Finalmente los hice pasar,  media hora antes de su turno.
Venían con una orden médica para hacerle a Polsak: audiometría tonal, logoaudiometría y calibración de sus audífonos. Lo hice pasar a la cabina que está dentro del mi consultorio. Su hija pasó también y presenciaba el estudio sentada en una silla, detrás de mí.
En cuanto Polsak entró a la cabina y vio los auriculares colgados, los agarró e intentó colocárselos. Por supuesto al revés. Le indiqué que no, que mejor se los ponía yo. Entonces agarró la vincha de la ósea. No respondía a mis indicaciones. Me dí cuenta de que estaba mucho más sordo.
Le saqué entonces la vincha, sin hablarle. Le puse los auriculares correctamente. Y le explique con señas las instrucciones para que me avisara cada vez que oyera.
Lo hizo. Yo le veía la cara de contrariedad en la ventanita, pero respondía.
Difícil, muy difícil fue que entendiera la consigna posterior de responder solo a los tonos puros y no al sonido del masking por el otro oído. Pero lo logré.
Después vino la logo. Le dí el micrófono. Y le pedí que repitiera una a una las palabras que oyera.
La hija me corrigió:
- No le diga oiga, digale escuche, porque si no no entiende.
No le contesté, qué iba a entrar en explicaciones que escuchar es prestar atencion y oir es simplemente oir. No, no daba. Seguí con mi tarea.
En cuanto me senté en mi puesto y le empece a decir palabras, en vez de repetirlas, uso el micrófono que tenía en la mano para decirme, muy indignado:
- Yo no quiero hacer esto, yo lo que quiero es que me solucione el problema del audífono. Resulta que cuando me lo pongo hace un ruido que no me permite oir nada. No lo puedo usar!!!
- Polsak, primero hay que hacer los estudios que le indicó el médico.
- Pero yo no vine para eso!!!
- Por favor, primero repita las palabras y despues nos ocuparemos del audifono.
Terminamos la prueba, no sin interrupciones que no voy a detallar para no ser pesada con el relato.
Lo ayude a salir de la cabina.
Reconozco que yo no estaba sonriente. Hacía todo lo que correspondía, sin efusiones de amabilidad.
Cuando le puse el audífono  le demostré que, bien colocado, no hacía ningún ruido.
Se lo calibré. No le gustó. Muy fuerte.
La hija me explicó que nunca los usaba. Entonces yo le expliqué que por eso le parecia fuerte, y por eso era que no estaba acostumbrado a escuchar ( ahora sí, escuchar)  y hablaba siempre él.
- Si, siempre hace eso, reconoció.
Despues le indiqué que debía cambiar la cápsula y el molde del otro oído porque hacia 4 años que no los cambiaba.
- y eso por qué??? medio enojada
Le dije que porque el oido cambia año a año y ya no le ajustaban.
No le gustó nada. El seguía prostestando que asi no los podía usar.
Calibré los dos. Sugeri los cambios de moldes una vez más y renuncié .
No estaban contentos.
Se fueron. Cuando bajaron, le comentaron a mi secretaria , que los tuvo que acompañar hasta abajo para abrirles la puerta:
- Esta fonoaudióloga sabrá mucho, pero es muuuy antipática

sábado, 2 de junio de 2012

Burnout

Síndrome de Burnout es el estrés provocado por el trabajo. Se da en mayor porcentaje en los profesionales de la salud. "El cansancio resultante de una tensión psicológica prolongada da como resultado sentimientos cronificados y generalizados de fatiga." ( Isabel Pérez Jauregui)
Esto debe haber percibido Hilda en mí.
No pude responderle:
- Ud está en lo cierto Hilda, padezco Burnout, provocado por 30 años de atención de pacientes como Ud.
No pude decirselo por eso de que si se transmite un concepto y el receptor recibe otra cosa, no hay comunicación.
En Europa se lo llama "Síndrome de Tomás" por el protagonista de "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera,  un médico afectado por este síndrome de desgaste profesional.
Siempre me cayó bien Tomás, prefiero compartir con él la dolencia y no con alguna de las tuberculosas depresivas  de las novelas del siglo XIX.
Sigo consultando bibliografía y encuentro estos síntomas:
Cansancio emocional
Fatiga
Despersonalizacion
Irritabilidad
Agresividad
Indiferencia
Enajenación

Y aprendo que trabajo proviene del latín tripalium que era un instrumento de tortura que consistía en tres palos que se le colocaban al cuello del reo, instrumento tremendamente pesado. Ese peso, esa carga arriado por Hildas, Estheres, Martas, Antiquijotes y Hugos, entre otros, va quemando los recursos y me lleva hoy a admitir que Hilda tiene razón.





Hilda

Es paciente desde hace muchos años. Está muy sorda y solo quiere usar audífonos intracanales que ya no le rinden para su pérdida auditiva. Y se niega a usar en los dos oídos.
Tiene un audífono muy viejo y otro de hace 4 o 5 años, los dos intras.
Cuando están al máximo, como en su caso, tienden a hacer un silbido con mucha facilidad. ES menor la posibilidad si queda bien ajustado en el oido, para eso le hicimos la capsula nueva.
Como Hilda siempra sospecha que va a haber problemas, los hay.
Es la típica paciente a la que le tardan mas en el laboratorio, a la que hay que repetirle la impresión porque se rompio. Llama a  los problemas y gustosos, vienen.
Ya verla es avisorar un inconveniente, su gesto es de queja, su voz un lamento.
No quiere que se le hable de soluciones, prefiere zambullirse entre almohadones de problemas y tener derecho a quejarse, interminablemente.
Vino. Retiró el audífono con la cápsula nueva. Al rato volvio, le acoplaba cuando movia la boca, volví a calibrarselo teniendo en cuenta el movimiento mandibular. Se fue
A los dos días la ví de nuevo sentada en la sala de espera, sobreturno. La secretaria me advirtió que había venido porque no oía, estaba bajo.
Yo mas de media hora atrasada, tratando de no renunciar del todo a mi corte para almorzar. Aunque sea quince minutos. La hice pasar. La escuché quejarse. Enchufé el audífono a la compu, le levanté la ganancia lo que pude, porque está casi al máximo. Me dijo que no, que estaba muy fuerte. Lo bajé un poco. Asi estaba bien. Dijo
Desenchufé. Casi feliz de haberle solucionado y poder irme a tomar un cafe y olvidarme de ella.
De fondo, como letanía:
- Lo que pasa es que no oigo nada, hay que estar en mi lugar eh, y que hablen y no entender. Ademas venir aca tantas veces, siento que estoy pidiendo un favor, pero lo que pasa es que no oigo.
- Pero ahora oye Hilda...
- Si claro, pero el otro dia tambien, aca estuve bien y despues no oia. Ahora mismo me parece que oigo menos que recien.
- Pero me dijo que le bajara porque estaba muy fuerte...
- Si por eso, seguro que me voy y no vuelvo a oir
- Lo que pasa Hilda es que Ud no quiere soluciones, prefiere tener el problema.
- Lo que pasa es que Ud no me tiene paciencia. Creo que tiene que ver a un psiquiatra.
A partir de ahi la deje hablar, no la escuche mas ( o sí, oía palabras que me hacían daño y queria evitar) me quede muda, agarre las llaves para bajar a abrirle la puerta porque mi secretaria se habia ido al Banco y no estaba. La acompañe hasta abajo. Ella seguia hablando, seguia diciendome que no me oia. Yo no hablaba.
Le abri la puerta y se fue
Yo en silencio